Diógenes Peña: “cuando el pueblo decide cambiar no hay quien lo frene”
Prensa Notisur.
A juicio del dirigente de Primero Justicia, Diógenes Peña, el gobierno de Maduro quiere intervenir en todos los sectores del país, de allí que insista con seguir adelante con la Asamblea Constituyente.
Consideró que el pueblo venezolano está decidido a cambiar, y cuando eso ocurre, no hay quien frene ese deseo, ni con amedrentamientos ni con persecuciones.
Recordó lo ocurrido a Marcos Pérez Jiménez, quien en diciembredel año 1957 hizo un plebiscito que él insistió en hacerlo favorable para su gestión, pese a que el pueblo le dijo que no. Relató que un mes después, el 23 de enero de 1958, el soberano decidió sacarlo del poder.
Insistió que la población venezolana está decidida a cambiar de gobierno, que la mala gestión de Maduro ha llevado al pueblo a tomar esa determinación.
De allí que Diógenes Peña se atrevió a apostar por la participación en las elecciones regionales, apuntando que los espacios políticos no pueden cederse y que no inscribir candidatos sería un grave error.
Precisó que en ese deseo de cambio, si el Consejo Nacional Electoral decide colocar pocos centros de votación, está seguro que el pueblo hará hasta lo imposible por participar, así tenga que pasar un día entero en cola.
Zona Roja
Davinci
Vienen las motos
Salió como de costumbre. Faltaba buscar a dos de sus amigos y luego se irían a protestar. “Están pasando demasiadas motos, vente para la casa”, era lo que su mamá le decía por teléfono. La llamada no lo hizo retroceder. Él no dejó de ir a la manifestación.
28 de febrero del 2014. En la búsqueda de sus dos amigos faltantes comenzaron a lanzar bombas lacrimógenas. La gente corría hacia todos lados y ellos no entendían el porqué. Cuando el humo comenzó a disiparse vieron que venían unas motos. Corrieron mucho y se ocultaron en la bomba de “La Floresta” esperando estar resguardados. Con ellos estaban una periodista italiana y un portugués que no hablaba español que por mala suerte iba pasando y se tuvo que ocultar.
Solo esperaban que todas las motos se fueran para salir corriendo. El miedo apareció y de pronto escucharon “comandante, aquí tengo cuatro”.
Los Guardias Nacionales llegaron a pie e inmediatamente comenzaron con las agresiones. A uno de ellos casi le meten una pata en la cara. Se cubrió el rostro con las manos y el golpe lo recibió en los nudillos. El guardia estaba molesto y disparó unos tiros al piso cerca de los pies del muchacho. Estaba aturdido. A su amigo le dieron un cachazo y el chorro de sangre cayó sobre el pantalón de su compañero. No permanecieron mucho rato en la bomba. Lo siguiente: golpes tras golpes que debido a la adrenalina no se sentían tanto.
A uno de ellos se lo llevaron en una moto, al otro en un autobús. Un grupo de 43 personas fue lo que agarraron ese día. “No miren hacia el frente”, “Les vamos a lanzar una bomba lacrimógena aquí”, esas eran algunas de las frases que escuchaban dentro del autobús mientras les cerraban todas las ventanas. El trayecto pasó entre cachazos, terror psicológico y la incertidumbre de saber hacia dónde iban.
En ese momento él estaba tranquilo. “Estaba más preocupado por cómo se iba a poner mi mamá”, dice.
Fuerte Tiuna. “Quería comunicarme con mi mamá”. Logró hablar con ella a las 11:00p.m. Estaba afuera y le dijo que su amigo lo habían llevado al Hospital Militar para agarrarle puntos.
Dormían esposados. Iban al baño esposados. Y muchos de ellos compartían las esposas. El piso era el lugar para dormir. Ambas noches hizo bastante frío y la comida llegaba en cualquier momento del día. No tenían noción de la hora y nunca se las mencionaron.
Los trataron relativamente bien. “Ya tenían muchos problemas de tortura encima y este era un grupo grande. Comunicacionalmente creo que esa fue la estrategia para que cuando nos soltaran dijéramos que nos trataron bien”, dice. Pasaron desde el viernes en la noche hasta el domingo en la mañana.
2 de marzo del 2014. Los llevaron a tribunales en la madrugada del domingo y quedaron en libertad, pero con régimen de presentación. Y durante los ocho meses siguientes esa era una cita fija.
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