jueves, 3 de agosto de 2017



Aurelio Guerra:"Primero Justicia someterá a consideración ir o no a elecciones"

Prensa Notisur.

Para el dirigente en Apure de Primero Justicia Aurelio Guerra, el derecho a la protesta no debe tener debate, sanción y menos represión. Aseguró que está plenamente convencido que el camino pacifico es el correcto, de allí que la protesta pacífica en la calle debe seguir adelante, sin desmayo, hasta lograr la meta propuesta que no es otra que el retorno de la democracia y la gobernabilidad a Venezuela.

"Vivimos un momento donde cada uno debe aportar su granito de arena para poder salir de esta crisis, salir del miedo y la desmotivación que se traduce en conformismo, eso hay que erradicarlo y eso solo se consigue luchando diariamente por una mejor Venezuela", dijo Guerra.

Señaló, "Estamos sobreviviendo angustiados, pensando en qué comemos mañana, qué hacemos mañana, cómo salimos de esta crisis en todos los niveles que vivimos los venezolanos. Nosotros nos merecemos una vida sin temor a la delincuencia, sin temor a pasar hambre por no tener que darle a nuestros hijos, sin tener que estar preocupados por estar desempleados, por no tener como curar a nuestros enfermos"

En referencia a los acontecimientos desarrollados, si alguien ha respetado la Constitución es la oposición, "nos tildan de violentos y salimos a la calle solo con una bandera en la mano, no salimos con arma como hace el gobierno y sus seguidores". En cuanto a las actividades a realizarse en los próximos días dijo que hay una hoja de ruta que es la manifestación en la calle, porque a las personas que han caído en esta lucha nosotros debemos honrar su memoria con no olvidar su sacrificio.



Por último Guerra dijo que su partido Primero Justicia someterá a consideración la decisión de ir o no a unas elecciones regionales y considera que debe tomarse en cuenta en qué condiciones ir y cuál sería la metodología que se utilice en esas elecciones.


 




Zona Roja

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Los últimos días


Después de una larga noche, llena de detonaciones, el profesor X se levanta. Desde que ve la luna escucha “Vende patria”, “Asesino”, “Maldito Maduro”. No suele quedarse en casa y su trabajo tampoco le permite.

Trabaja en un colegio pequeño. Algunos niños van. Otros, no. Los padres tienen miedo y prefieren no mandarlos. En el salón le hacen preguntas o comentarios como “¿Qué irá a pasar hoy?”, “Ahí están, con unas armas grandísimas”. Él se cuida, no menciona la información completa. Sin embargo, hay niños que tienen todo claro. En muchas ocasiones saliendo de la escuela se encontraba con detonaciones. “No les importaba si había colegio o señoras mayores”, dice el profesor X.

Los días, hace tiempo, estaban hechos para sobrevivir. Solo que esta vez, además de preocuparse por la comida, el profesor X debe estar preparado: un vaso con agua y bicarbonato, una botella de antiácido y una “paz interna” para no llegar a la locura.

Al llegar la noche es una angustia constante. Espera por largo rato a que llegue el sueño hasta que despierta, al día siguiente. Cuando salía veía a las “aceitunas metidas en una lata”. Todas en fila con el combo, que traía “el rinoceronte, el elefante, el murciélago…”. Hace tiempo que ya no sentía respeto por las aceitunas. La última vez que sintió algo parecido fue en la infancia.

Para el 16J estuvo allí. Él sabía que era un evento importante y colaboró. No solo con su firma, sino con insumos. Tenía esperanza.

El profesor X vive solo. Tiene una hija que se fue del país a causa del mismo caos y además tiene un amigo que venía llegando de África y le dijo “Vi a Venezuela”. El profesor X se preocupa y cae en una negación constante que no pasa cerca de la aceptación.

El día de la constituyente bajó de su edificio. Todo estaba “normal”, pudo hacer las compras. Más adelante vio un grupo de colectivos, aproximadamente 60 motos. No logró ver ningún centro de votación. “Lo poco que vi en la televisión fue el Poliedro. La parte de arriba era para el municipio Libertador”. Después de votar los mantenían en una cola. Les daban arepas.

En la panadería que está cerca de la casa del profesor X hay un violinista que toca “Despacito” mientras un grupo de militares escucha. La dualidad era notoria. La calle decía algo, la panadería decía otra cosa.

El profesor X llegó a su casa y no salió más. Veía algunas cosas en la televisión y otras por las redes. Ya en la tarde comenzaban a pasar un estimado. Era una cifra de dos millones y algo más. ¿No había nada de qué preocuparse? ¿O sí? El profesor X se fue a dormir.

En altas horas de la noche surgen los resultados. El 41,53% anuncia el CNE. “Para ocho millones ochenta y nueve mil trescientos veinte”, dice Tibisay Lucena. Su emoción era bastante aplomada para una persona que debería estar contenta porque ¿ganó?

Prenden la televisión. El profesor X está dormido. En VTV ya se ve un grupo de personas frente a una tarima. Nicolás tiene un micrófono. “Buenos días, Venezuela. Tenemos Asamblea Nacional Constituyente”. “Abran el plano pues”, dice quien ve la televisión. El profesor sigue dormido. Nicolás habla de los debates que tendrá con Cilia en la casa. El público le pide un beso. Apagan la televisión. “Qué bolas, qué cínicos”.

Al día siguiente el profesor X se levanta. “Ocho millones de qué. De dónde”. El profesor se echa a reír. Le llegó información: personas cercanas que colocaron a sus muertos a votar. “Qué bolas”.

Los próximos días. Un triunfo sin celebración. Una tensa calma o tal vez se lo toman “Despacito”.

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